viernes, 20 de noviembre de 2015

Bernarda

Encuentro
Fragmento de la novela 
"Bernarda, demasiado mujer para un solo hombre"



No acepte lo que va contra sus principios.
Defienda su libertad
Si no le gusta el matrimonio gay, no se case con gays
Si no le gusta el aborto, no aborte.
Si no le gustan las drogas, no las use.
Si no le gusta el sexo, no lo haga.
Si no le gusta el alcohol, no tome
Si no le gusta que le quiten sus derechos.
Sencillamente.
No se los quite a los demás.
Recuerde que la vida se vive solo una vez
Si extrañas a alguien, llama
Si quieres algo, pídelo
Si deseas que te entiendan, explícate
Si tienes duda, pregunta.
Si te disgusta algo, dilo.
Si amas a alguien, hazlo saber.
Porque, Nadie adivina tu mente.




Encuentro con Emiliano

Gitaneando
Fragmento de la novela 
"Bernarda, demasiado mujer para un solo hombre"


Acosada por el hambre, se mete en una taberna Sevillana. Sin pensar siquiera como lo va a pagar, pide un emparedado de jamón y un vaso de agua. Se da vuelta y observa que alguien la está dibujando. Incitada por la curiosidad se levanta y va hacia la mesa. El pintor es un tipo con bastante pinta, jovial, risueño,  extravertido, la invita a sentarse, le pregunta si le gusta el retrato y empiezan una amena y larga charla. Se gustan, y entre otras cosas, le propone que sea su modelo. Sin nadie ni nada que perder y ante la perspectiva anémica de su bolsillo,  acepta.  Se la lleva a su buhardilla, y allí conviven unos  largos meses.
En esos primeros retaceos por Sevilla, conoce varios grupos de gente del  arte. Se hace muy amiga de María, mayor que ella en edad y pareja de un profesor complutense de literatura. Juntas recorren los barrios típicos, y el cante hondo, van a tablaos, piden tapas, conversan con los parroquianos. En las callejuelas sevillanas aprenden a tocar castañuelas y los  típicos bailes sevillanos que ensayan en bodegones, Cuando Bernarda baila, sus movimientos están envueltos en una sensualidad perturbadora que atrae. Se divierten, carcajean, sus charlas son amenas. María, la invita a su casa con frecuencia. Se queda a dormir, la busca, la mima, y una noche la requiere para compartir la cama con Eduardo, su pareja. En ese revoltijo descubre que su amiga es bisexual. María está prendada de  Bernarda, le cuenta a Emiliano y de a poco decide ir tomando distancia…
Mientras, su amigo la pinta de mil maneras, desnuda, vestida, bailando, riendo, enfurruñada… Hasta que deciden viajar al epicentro de la movida. Madrid, para tratar de conectarse con  alguna galería y exponer. Negocian en casas de subastas, exposiciones y  ferias, donde se originan los mayores centros de consumo,  venden todo, y le encargan más cuadros (El arte ama el dinero y el dinero ama el arte.) Mucha obra de pintura se expende en el mercado del arte.  Por primera vez, después de tanto tiempo, Bernarda tiene en su mano un duro ¡No lo puede creer!, lo mete entre los dientes, lo muerde para convencerse que es real. Decide gastarlo, comprarse ropa, y hospedarse en un mejor lugar. Alquilan. Emiliano se hace conocer y empieza a cotizarse  en el mundillo del arte. Viajan a Barcelona, Lisboa, Oporto, París, Roma… realizando varias exposiciones. Se codean con la sociedad adinerada. Inversores, marchants. Su particular estilo de pincelada se  impone, toma  impulso y se  cotiza fuerte.
Bernarda quiere mejorar su estatus cultural y se dedica a practicar idiomas. Se da cuenta  que la vida la va arrastrando a un ambiente donde tiene mucho que aprender. Como buena alumna, se exige, e instruye rápido, sin reparo va adquiriendo lugar en lo mejor y más escogido de los mundos. Olfatea la opulencia y con placer se acomoda donde es admirada. Con su despliegue, su cuerpo y una altura de 1,78, no pasa desapercibida. De carácter risueño, siempre alegre, consigue buena compañía para teatros, conciertos y fiestas.
 La sensualidad de Bernarda desborda. Morena, de ojos azabache enmarcados por largas y espesas pestañas, cuello erguido como cisne. Voz grave,  boca más bien grande, sus labios carnosos se entreabren como frutos, como higos en sazón, de afable sonrisa, cuando  ríe, deja visibles como caracolas dos filas de dientes compactos y muy blancos. El hoyuelo en el mentón,  agrega  simpatía a su fisonomía.  
Su personalidad impacta. Pulposa, de interminables piernas torneadas a fuego, enfundadas en una ajustada minifalda que insinúa en sus nalgas la redondez y tersura de la manzana. Hombros anchos con senos enjutos, que oscilantes se mecen como almendros, a través de sus prolongados escotes se vislumbran los pezones duros como avellanas. Cuando Bernarda mueve sus ancas de oro y ébano los hombres se dan vuelta para mirarla. Su andar de viento irradia luz y sensualidad. Se rumorea que bajo las sábanas es un potro desbocado de monta sólo para privilegiados.

Sentada en el bar del Plaza Hotel parece salida de un cuadro de Romero de Torres. A distancia su piel fresca se huele como la madreselva presintiendo su estremecimiento, Contemplarla despierta el secreto de  vibración intensa que anida en cada hombre.   

viernes, 13 de noviembre de 2015

Lo Bueno y lo Malo

Percepción

Fragmento del libro 
"L'homme, ange ou demon"


El yin y el yang.  
¿Qué el mal proviene de la represión? ¡Cuestión de conceptos!
Nada es bueno o malo en si mismo, lo que puede ser bueno para una persona puede ser malo para otra ya que la contradicción está en el origen de todas las cosas.
El Bien y el Mal existen desde que hay vida. Es una secuencia del principio, un desenlace de la existencia. Cómo juzgar el bien y el mal si la historia de la humanidad comenzó con el asesinato de un hermano a otro. Después de Caín y Abel,  que se puede esperar de su descendencia…
Le decía Sócrates a sus discípulos Platón y Jenofonte: “Puesto que no nacemos con los conocimientos del mal y del bien, el mal prevendría del error involuntario del no saber”. No digo que sea mejor ignorar que saber. El Eclesiastés parece haber pensado lo mismo cuando dijo: “Quien aumenta su ciencia, aumenta su dolor”. No es lo mismo ser tonto que inteligente para determinar el conocimiento de la razón, por consiguiente la relación del bien y el mal no seria otra cosa que el efecto de nuestra conciencia sobre la pureza de la razón.  Dice Nietzsche, el bien y el mal no son más que una vieja ilusión de libertad. Ahora dicen que la maldad es genética (Jari Trinonen, sociólogo), que el comportamiento agresivo lo es, otros lo plantean como efecto de la sinrazón del poder y la responsabilidad.   “Así como el poderoso ADN. y los genes, se consideran responsables de cualquier fenómeno social biológico, las transformaciones han ido formando impacto como secuencia científica molecular. El nazismo que ayer fue  una idea política perteneciente a la raza aria, hoy es un gen. El latrocinio, otro gen, etc. Esa perspectiva crítica es un lavamanos, como Pilatos, donde rodeados de genes nadie es culpable de nada y todo es un viva la pepa”.
Si la ignorancia pertenece al prejuicio del desconocimiento, lo malo y lo bueno sólo Dios puede juzgarlo. Un rasgo de inteligencia es la adquisición de conocimiento. La ética del sentido bueno o malo de las cosas “no puede ser personal”. Las opiniones personales muchas veces pueden ser equívocas.
Ninguna verdad posible es del todo verdadera. Alguien dijo que hay tres verdades. La tuya, la mía, y la verdad. Sartre decía: Si dos personas están absolutamente de acuerdo con algo…sin duda debe tratarse de un malentendido. Qué es verdad y qué es falso depende de la percepción de los juicios. La poesía de Ramón de Campoamor bien lo describe En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. La verdad conforma porque es en si convencimiento y virtud moral ineludible. Cuando es auténtica se pone de manifiesto en la conciencia de cada uno como expresión de libre arbitrio.  No se puede ser libre sin estar en soledad.
El bien y el mal. Dos opuestos asociados. Lo metafísico y lo físico, el ser y el ente, el orden y el desorden, lo relativo y lo absoluto. Y entre los  opuestos, Dios como origen de todos los medios. Las disociaciones humanas a las que el hombre está sometido se rigen como los conceptos de física y sus partículas disociadas entre ellas, hasta que algo les otorga energía y las asocia.  En este mundo todo se mide con un solo y vertiginoso ritmo.
El hombre es ambivalente y ante el dolor no siempre responde con  coherencia. Podemos estar colmados de principios y armonía y frente a una situación límite el humano se desmadra desentrañando orígenes ocultos non santos, demostrando que lo maléfico y benéfico están casi tan relacionados como la vida y la muerte (ya que el individuo muere pero a pesar del antagonismo, también transmite la vida).
La lógica es un recurso del entendimiento para conocer y comparar con cordura las ideas, valorando su relación. Freud, basándose en su teoría, advirtió que gran parte de los procesos de la mente carecen de lógica porque son inconscientes. Y realmente, la mayoría de las respuestas a los procesos cerebrales no son totalmente concientes. En una situación álgida nuestras decisiones las tomamos automáticamente guiados más por las emociones que por la razón. 
La emoción se involucra como reacción sobre las decisiones ya que la razón por sí sola no da sentido a la vida. Es común que el hombre piense hacer una cosa y termine realizando otra. Cuantas veces nos preguntamos, ¡No sé qué me indujo a hacer esto! Es difícil concretar qué es lo que impulsa a dirigir nuestras acciones y decisiones finales.
Todo ser humano por más plenitud física que exteriorice, necesita el vínculo emocional para vencer la recóndita soledad y sentirse colmado. Nuestro raciocinio por sí solo no siempre puede catalogar y controlar el equilibrio y desarrollo de la psiquis cuando la visión del bien y el mal todavía no está  suficientemente clara.
Freud identifica esta lucha con nuestro oponente interno. Cuando éste se rebela puede conducirnos a estados alterados de conciencia asociando la violencia al súper-yo. Así ocurre porque instintivamente tratamos de esconder o reprimir los complejos negativos en lugar de identificarlos, reconocerlos y transformarlos. Buenos y endemoniados espíritus guían nuestra vida interna,  reacciones y emociones incontroladas o reprimidas pueden llegar a negar la conciencia. Las exteriorizaciones de rabia, defienden nuestro ego herido contra impulsos impuestos que nos bloquean, las represiones acorazan y provocan reacciones de violencia. Una de las mayores causas es el encubrimiento de la mentira, la negación de la verdad siempre altera nuestro ser interno. Las imposiciones externas interfiriendo nuestra libertad causan sublevación y siembran cólera impulsiva hacia el mal. Erich Fromm dice que las emociones e impulsos reprimidos muchas veces encuentran expansión en actos de violencia, sadismo, criminalidad y manifestaciones totalitarias, guerras y genocidios. La disconformidad produce reacciones no meditadas. Todos somos vulnerables a sufrirlas cuando algo hostil ataca nuestra auto-estima, hasta puede modificar el nivel personal de la psique convirtiéndonos como reacción en pequeños demonios. Todo lo que sobrepasa inhibe y bloquea nuestra libertad y energía, tiene un termino que debemos imponer. Saber decir No, como límite de frontera, evita el proceso de transformación. Los detritos, son toxinas psicóticas que debemos eliminar porque terminan enfermando nuestro organismo y nos conducen a reacciones violentas.

Dice Oscar del Barco en su estudio sobre Schelling, que a menudo las experiencias místicas terminan convirtiéndose en conceptos filosóficos. Somos seres libres y a partir de las transformaciones metamorfoseamos hasta que reaparece el conocimiento. Ante el misterio y unidad del cosmos nos aproximamos de modo inconsciente a la incógnita insondable del Uno. “El universo es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguno”, escribe Pascal. Todos somos Uno.  

viernes, 6 de noviembre de 2015

¿El poder de las cosas imperceptibles origina la fe?

Orando en el Ganges
Fragmento del libro 

"L'homme, ange ou demon"


“Ver para creer o creer para ver”.
Ver es la mejor prueba para establecer la verdad o falsedad de algo. La fe es algo tan misterioso que es imposible no quedarse perplejo.
“A los apóstoles después de ver a Jesús resucitado, les costaba creerlo, entonces Jesús le dijo a Tomás: Mira mis manos horadadas y mis heridas abiertas, tócalas, introduce en ellas tus dedos, así podrás creer.
¡Porque me has visto y tocado Tomás creíste!  Bienaventurados los que creen sin haber visto” (Juan 20:29, Nuevo Testamento).
Creer es más una necesidad psicológica que un convencimiento lógico del individuo. Se puede creer sin ser necesariamente religioso. Las creencias religiosas no dejan de ser “afirmaciones discutidas”, su origen no va más allá del carácter moral, es decir, no involucra la intelectualidad (distinguiendo el saber como algo supremo). La verdadera definición del creyente debiera ser más descriptiva que normativa. Siendo estos conceptos totalmente distintos. Uno está basado en la realidad del acontecer, el otro sólo evalúa. No obstante la opinión de algunos filósofos, me aproximo a pensar que creer en algo es una necesidad interna del hombre. Que los contenidos dogmáticos de las religiones hayan dejado de ser admitidos y se cuestionen, no es algo nuevo, tampoco el concepto de Dios no es aprehensible para la ciencia, sin embargo todavía no hemos llegado a ninguna contraprueba lógica científica que certifique una realidad creíble sobre la vivencia de los destinos, ni descifrar cual es nuestro lugar dentro del los procesos del mundo.

En ninguna criatura viviente que no sea el hombre está dada la capacidad de razonar sobre la creencia religiosa. La fe es un don de Dios que actúa en cada hombre de distinta manera, todas las pasiones y comportamientos humanos son mutables y nos demuestran que la mayoría de las religiones conducen hacia un mismo fin. Su base es la fe y la conducta del hombre sobre la tierra. San Agustín proclamaba: “Creer para entender”. Siempre la fe primero, sino viene la reflexión, la duda y el caos.  Nietzsche se pregunta: “¿es la fe el suicidio de la razón?" Todo lo que está basado en la negación, el sometimiento y la renuncia es antinatural. La creencia depende de la cultura y el concepto”. Creer por imposición es cosa imposible. Los preceptos humanos están regidos por la determinación de los ciclos educacionales y culturales del momento, no solamente por la creación instintiva física. La cultura se transfiere, cada generación recibe su predecesora.