Percepción |
Fragmento del libro
"L'homme, ange ou demon"
El yin y el yang.
¿Qué el mal proviene de la represión? ¡Cuestión
de conceptos!
Nada es bueno o malo en si mismo, lo que
puede ser bueno para una persona puede ser malo para otra ya que la
contradicción está en el origen de todas las cosas.
El Bien y el Mal existen desde que hay vida. Es una secuencia
del principio, un desenlace de la
existencia. Cómo juzgar el bien y el mal si la historia de la humanidad comenzó
con el asesinato de un hermano a otro. Después de Caín y Abel, que se puede esperar de su descendencia…
Le decía Sócrates a sus discípulos Platón y
Jenofonte: “Puesto que no nacemos con los
conocimientos del mal y del bien, el mal prevendría del error involuntario del
no saber”. No digo que sea mejor ignorar que saber. El Eclesiastés parece
haber pensado lo mismo cuando dijo: “Quien
aumenta su ciencia, aumenta su dolor”. No es lo mismo ser tonto que
inteligente para determinar el conocimiento de la razón, por consiguiente la relación
del bien y el mal no seria otra cosa que el efecto de nuestra conciencia sobre
la pureza de la razón. Dice Nietzsche,
el bien y el mal no son más que una vieja ilusión de libertad. Ahora dicen que
la maldad es genética (Jari Trinonen, sociólogo), que el comportamiento
agresivo lo es, otros lo plantean como efecto de la sinrazón del poder y la
responsabilidad. “Así como el poderoso
ADN. y los genes, se consideran responsables de cualquier fenómeno social
biológico, las transformaciones han ido formando impacto como secuencia
científica molecular. El nazismo que ayer fue
una idea política perteneciente a la raza aria, hoy es un gen. El
latrocinio, otro gen, etc. Esa perspectiva crítica es un lavamanos, como Pilatos,
donde rodeados de genes nadie es culpable de nada y todo es un viva la pepa”.
Si la ignorancia pertenece al prejuicio del
desconocimiento, lo malo y lo bueno sólo Dios puede juzgarlo. Un rasgo de inteligencia
es la adquisición de conocimiento. La ética del sentido bueno o malo de las cosas
“no puede ser personal”. Las opiniones personales muchas veces pueden ser
equívocas.
Ninguna verdad posible es del todo verdadera.
Alguien dijo que hay tres verdades. La tuya, la mía, y la verdad. Sartre decía:
Si dos personas están absolutamente
de acuerdo con algo…sin duda debe tratarse de un malentendido. Qué es verdad y
qué es falso depende de la percepción
de los juicios. La poesía de Ramón de Campoamor bien lo describe “En
este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del
cristal con que se mira”. La verdad conforma porque es en si convencimiento
y virtud moral ineludible. Cuando es auténtica se pone de manifiesto en la
conciencia de cada uno como expresión de libre arbitrio. No se puede ser libre sin estar en soledad.
El bien y el mal.
Dos opuestos asociados. Lo metafísico y lo físico, el ser y el ente, el orden y
el desorden, lo relativo y lo absoluto. Y entre los opuestos, Dios como origen de todos los
medios. Las disociaciones humanas a las que el hombre está sometido se rigen
como los conceptos de física y sus partículas disociadas entre ellas, hasta que
algo les otorga energía y las asocia. En
este mundo todo se mide con un solo y vertiginoso ritmo.
El hombre es
ambivalente y ante el dolor no siempre responde con coherencia. Podemos estar colmados de
principios y armonía y frente a una situación límite el humano se desmadra
desentrañando orígenes ocultos non santos, demostrando que lo maléfico y
benéfico están casi tan relacionados como la vida y la muerte (ya que el
individuo muere pero a pesar del antagonismo, también transmite la vida).
La lógica es un
recurso del entendimiento para conocer y comparar con cordura las ideas,
valorando su relación. Freud, basándose en su teoría,
advirtió que gran parte de los procesos de la mente carecen de lógica porque
son inconscientes. Y realmente, la mayoría de las respuestas a los procesos cerebrales no son totalmente concientes. En
una situación álgida nuestras decisiones las tomamos automáticamente guiados
más por las emociones que por la razón.
La emoción se involucra como reacción sobre las decisiones ya
que la razón por sí sola no da sentido a la vida. Es común que el hombre piense
hacer una cosa y termine realizando otra. Cuantas veces nos preguntamos, ¡No sé
qué me indujo a hacer esto! Es difícil concretar qué es lo que impulsa a
dirigir nuestras acciones y decisiones finales.
Todo ser humano por más plenitud física que
exteriorice, necesita el vínculo emocional para vencer la recóndita soledad y
sentirse colmado. Nuestro raciocinio por sí solo no siempre puede catalogar y controlar
el equilibrio y desarrollo de la psiquis cuando la visión del bien y el mal todavía
no está suficientemente clara.
Freud identifica
esta lucha con nuestro oponente interno. Cuando éste se rebela puede conducirnos
a estados alterados de conciencia asociando la violencia al súper-yo. Así
ocurre porque instintivamente tratamos de esconder o reprimir los complejos negativos
en lugar de identificarlos, reconocerlos y transformarlos. Buenos y
endemoniados espíritus guían nuestra vida interna, reacciones y emociones incontroladas o
reprimidas pueden llegar a negar la conciencia. Las exteriorizaciones de rabia,
defienden nuestro ego herido contra impulsos impuestos que nos bloquean, las
represiones acorazan y provocan reacciones de violencia. Una de las mayores causas es el encubrimiento
de la mentira, la negación de la verdad siempre altera nuestro ser interno. Las
imposiciones externas interfiriendo nuestra libertad causan sublevación y siembran
cólera impulsiva hacia el mal. Erich Fromm dice que las emociones e impulsos reprimidos
muchas veces encuentran expansión en actos de violencia, sadismo, criminalidad
y manifestaciones totalitarias, guerras y genocidios. La disconformidad produce
reacciones no meditadas. Todos somos vulnerables a sufrirlas cuando algo hostil
ataca nuestra auto-estima, hasta puede modificar el nivel personal de la psique
convirtiéndonos como reacción en pequeños demonios. Todo lo que sobrepasa inhibe
y bloquea nuestra libertad y energía, tiene un termino que debemos imponer.
Saber decir No, como límite de frontera, evita el proceso de
transformación. Los detritos, son toxinas psicóticas que debemos eliminar porque
terminan enfermando nuestro organismo y nos conducen a reacciones violentas.
Dice Oscar del Barco en su estudio sobre Schelling,
que a menudo las experiencias místicas terminan convirtiéndose en conceptos filosóficos.
Somos seres libres y a partir de las transformaciones metamorfoseamos hasta que
reaparece el conocimiento. Ante el misterio y unidad del cosmos nos aproximamos de
modo inconsciente a la incógnita insondable del Uno. “El universo es un círculo
cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguno”, escribe
Pascal. Todos somos Uno.
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