viernes, 13 de noviembre de 2015

Lo Bueno y lo Malo

Percepción

Fragmento del libro 
"L'homme, ange ou demon"


El yin y el yang.  
¿Qué el mal proviene de la represión? ¡Cuestión de conceptos!
Nada es bueno o malo en si mismo, lo que puede ser bueno para una persona puede ser malo para otra ya que la contradicción está en el origen de todas las cosas.
El Bien y el Mal existen desde que hay vida. Es una secuencia del principio, un desenlace de la existencia. Cómo juzgar el bien y el mal si la historia de la humanidad comenzó con el asesinato de un hermano a otro. Después de Caín y Abel,  que se puede esperar de su descendencia…
Le decía Sócrates a sus discípulos Platón y Jenofonte: “Puesto que no nacemos con los conocimientos del mal y del bien, el mal prevendría del error involuntario del no saber”. No digo que sea mejor ignorar que saber. El Eclesiastés parece haber pensado lo mismo cuando dijo: “Quien aumenta su ciencia, aumenta su dolor”. No es lo mismo ser tonto que inteligente para determinar el conocimiento de la razón, por consiguiente la relación del bien y el mal no seria otra cosa que el efecto de nuestra conciencia sobre la pureza de la razón.  Dice Nietzsche, el bien y el mal no son más que una vieja ilusión de libertad. Ahora dicen que la maldad es genética (Jari Trinonen, sociólogo), que el comportamiento agresivo lo es, otros lo plantean como efecto de la sinrazón del poder y la responsabilidad.   “Así como el poderoso ADN. y los genes, se consideran responsables de cualquier fenómeno social biológico, las transformaciones han ido formando impacto como secuencia científica molecular. El nazismo que ayer fue  una idea política perteneciente a la raza aria, hoy es un gen. El latrocinio, otro gen, etc. Esa perspectiva crítica es un lavamanos, como Pilatos, donde rodeados de genes nadie es culpable de nada y todo es un viva la pepa”.
Si la ignorancia pertenece al prejuicio del desconocimiento, lo malo y lo bueno sólo Dios puede juzgarlo. Un rasgo de inteligencia es la adquisición de conocimiento. La ética del sentido bueno o malo de las cosas “no puede ser personal”. Las opiniones personales muchas veces pueden ser equívocas.
Ninguna verdad posible es del todo verdadera. Alguien dijo que hay tres verdades. La tuya, la mía, y la verdad. Sartre decía: Si dos personas están absolutamente de acuerdo con algo…sin duda debe tratarse de un malentendido. Qué es verdad y qué es falso depende de la percepción de los juicios. La poesía de Ramón de Campoamor bien lo describe En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. La verdad conforma porque es en si convencimiento y virtud moral ineludible. Cuando es auténtica se pone de manifiesto en la conciencia de cada uno como expresión de libre arbitrio.  No se puede ser libre sin estar en soledad.
El bien y el mal. Dos opuestos asociados. Lo metafísico y lo físico, el ser y el ente, el orden y el desorden, lo relativo y lo absoluto. Y entre los  opuestos, Dios como origen de todos los medios. Las disociaciones humanas a las que el hombre está sometido se rigen como los conceptos de física y sus partículas disociadas entre ellas, hasta que algo les otorga energía y las asocia.  En este mundo todo se mide con un solo y vertiginoso ritmo.
El hombre es ambivalente y ante el dolor no siempre responde con  coherencia. Podemos estar colmados de principios y armonía y frente a una situación límite el humano se desmadra desentrañando orígenes ocultos non santos, demostrando que lo maléfico y benéfico están casi tan relacionados como la vida y la muerte (ya que el individuo muere pero a pesar del antagonismo, también transmite la vida).
La lógica es un recurso del entendimiento para conocer y comparar con cordura las ideas, valorando su relación. Freud, basándose en su teoría, advirtió que gran parte de los procesos de la mente carecen de lógica porque son inconscientes. Y realmente, la mayoría de las respuestas a los procesos cerebrales no son totalmente concientes. En una situación álgida nuestras decisiones las tomamos automáticamente guiados más por las emociones que por la razón. 
La emoción se involucra como reacción sobre las decisiones ya que la razón por sí sola no da sentido a la vida. Es común que el hombre piense hacer una cosa y termine realizando otra. Cuantas veces nos preguntamos, ¡No sé qué me indujo a hacer esto! Es difícil concretar qué es lo que impulsa a dirigir nuestras acciones y decisiones finales.
Todo ser humano por más plenitud física que exteriorice, necesita el vínculo emocional para vencer la recóndita soledad y sentirse colmado. Nuestro raciocinio por sí solo no siempre puede catalogar y controlar el equilibrio y desarrollo de la psiquis cuando la visión del bien y el mal todavía no está  suficientemente clara.
Freud identifica esta lucha con nuestro oponente interno. Cuando éste se rebela puede conducirnos a estados alterados de conciencia asociando la violencia al súper-yo. Así ocurre porque instintivamente tratamos de esconder o reprimir los complejos negativos en lugar de identificarlos, reconocerlos y transformarlos. Buenos y endemoniados espíritus guían nuestra vida interna,  reacciones y emociones incontroladas o reprimidas pueden llegar a negar la conciencia. Las exteriorizaciones de rabia, defienden nuestro ego herido contra impulsos impuestos que nos bloquean, las represiones acorazan y provocan reacciones de violencia. Una de las mayores causas es el encubrimiento de la mentira, la negación de la verdad siempre altera nuestro ser interno. Las imposiciones externas interfiriendo nuestra libertad causan sublevación y siembran cólera impulsiva hacia el mal. Erich Fromm dice que las emociones e impulsos reprimidos muchas veces encuentran expansión en actos de violencia, sadismo, criminalidad y manifestaciones totalitarias, guerras y genocidios. La disconformidad produce reacciones no meditadas. Todos somos vulnerables a sufrirlas cuando algo hostil ataca nuestra auto-estima, hasta puede modificar el nivel personal de la psique convirtiéndonos como reacción en pequeños demonios. Todo lo que sobrepasa inhibe y bloquea nuestra libertad y energía, tiene un termino que debemos imponer. Saber decir No, como límite de frontera, evita el proceso de transformación. Los detritos, son toxinas psicóticas que debemos eliminar porque terminan enfermando nuestro organismo y nos conducen a reacciones violentas.

Dice Oscar del Barco en su estudio sobre Schelling, que a menudo las experiencias místicas terminan convirtiéndose en conceptos filosóficos. Somos seres libres y a partir de las transformaciones metamorfoseamos hasta que reaparece el conocimiento. Ante el misterio y unidad del cosmos nos aproximamos de modo inconsciente a la incógnita insondable del Uno. “El universo es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguno”, escribe Pascal. Todos somos Uno.  

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