viernes, 4 de marzo de 2016

Dos cruces había al entrar al pueblo

Cuento del libro Se le volaron los pájaros


La sentencia

Bajo un discurso cargado de reproches, por cuarta vez estaban con la mirada baja frente al hombre que iba a juzgarlos.
El juez Peñaloza y su amigo el intendente Maciel -el acusador- no eran sacrosantos. Educados bajo otros parámetros, habían aprendido a hacer fortuna explotando a labriegos y aldeanos totalmente analfabetos de aquel pueblito de España.
Ahora eran la autoridad y los árbitros totales del poder.
Los condenados. Manolo y Pepe acusados de robo de gallinas, se miraban mientras esperaban  con la cabeza gacha que el veredicto recayera sobre ellos.
Pepe, el más jovenzuelo y vivaz, atento a las terribles inculpaciones de asalto de alambrados y cercos, se defendió.
Señor juez. Yo nunca me trepé sobre los alambres de púa, sólo recibía las gallinas y las vendía en el mercado de Abasto para poder comer al día siguiente…
- Lo mismo peca el que mata que el que sujeta la pata. ¡Los dos serán juzgados por robo reiterado!
 El juez se explayó a gusto, y mirándoles las caras con bronca, sentenció.
Mañana se encontrarán con sus gallinas en las Esferas Celestiales. Los dientes de los verdugos rechinaron ante el dictamen final, mientras exclamaban.  ¡Sólo van a la cárcel los ladrones de gallinas!

¡Dos Cruces habían al entrar al pueblo!

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