viernes, 11 de marzo de 2016

El mar

Relato del libro Cuentos para niños y no tan niños

El majestuoso profundo inconmensurable  y fascinante mar, siempre igual, siempre cambiante, con movimientos ondulantes que derivan de incesantes corrientes que juegan contigo y conducen a tremendos abismos de océanos obscuros a perpetuidad. 
Con opulencia de vida orgánica, de animales extraños y música de ecos, sin límites ni fronteras, sin urgencias terrenales.  Sensaciones de hechizo… de libertad, sin premuras, sin agresiones humanas... Concentración de energías y relajamiento del alma en un dejarse ir…
El mar su hechizo y su riqueza son fascinantes.  Cubre cerca de las tres cuantas partes de la superficie terrestre. Símbolo de  biología. Unión de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, convertido en fuente de energía. Con su composición de minerales, cloruro de sodio, crustáceos y cardúmenes mantiene toda  su residencia. Mientras que en la Tierra, día tras día, arañando la superficie sólida del planeta, tratamos desesperadamente de cubrir nuestras más apremiantes necesidades y apenas lo logramos.
El mar… Símbolo de libertad. Un lugar donde todos los caminos son posibles.  Con cálidas playas soñadas, aguas magníficamente transparentes y serenas. Horizontes que provocan fruición de viajar, de recorrer otros destinos. En su capacidad mutante, de ser mar, río, lago, hielo, pasar a evaporarse, y convertirse en atmósfera, nube, y precipitarse en tormenta, lluvia, y rocío... Simboliza el eterno retorno, de un mundo de ciclos constantes a los cuales el hombre no escapa. Cada retroceso de ola es un punto de partida para un nuevo avance, demostrándonos la perseverancia de la vida.
El mar, la gran mar. No deja de ser un lugar de contradicciones, placeres,  y misterios abismales. El mar con sus bellas caracolas producen vida, pero también se enfurece y se la lleva. El agua hace flotar el barco pero marcando la fugacidad de las cosas,  igualmente puede hundirlo. Te eleva y te profundiza en su movimiento incesante, plena mar, baja mar, su corriente juega, te traga y te zarandea al ritmo de su respiración. La falta de límites nos asusta, lo humano se rebela para no perdernos en su inmensidad alrededor de una solemne calma y soledad en lo infinito,  sin el aullido del animal humano, sin piedra firme donde agarrarte.     
Estoy convencida que el agua es origen, sustrato y causa de todo. El agua es vida y muerte. El caldo salobre de nuestro origen donde paso a paso gracias al fluido llegamos a ser lo que somos, nosotros los humanos y el resto de los seres animados. En algún momento será su desborde el que va a cubrir la tierra originando su Fin.
El mar también es invasor. Cuando  se siente agredido por los salvajes vendavales o azotado por la tierra, sin respetar resistencia, atrozmente autoritario responde bravío como un big-bang temerario. En su concentración de potencia y salvajismo con su oleaje de eternidad arrasa con todo cuanto ve a su paso.
Ese vigor, esa demostración de ira y fortaleza, es la mar que yo respeto y amo.


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