Fragmento del libro Cuentos para niños y no tan niños
El gorila, entre los simios pasa a ser el jefe supremo del bosque y el mayor representante de los monos antropoides, tanto por su dimensión como por el desarrollo de su inteligencia, es el animal que más se asemeja al hombre según la hipótesis de la prostitución, hasta llegar a canjear sexo por alimentos (relación por conveniencia).
Por ejemplo, Fiona Hunter, de la Universidad de Cambridge, quien pasó cinco años estudiando la conducta de pingüinos de Adélie en la Antártida, observó que algunas hembras tenían sexo con machos que no eran sus parejas a cambio de piedritas para sus nidos.
Los largos brazos del gorila le permiten adoptar la posición cuadrúpeda, porque es casi imposible andar en posición erecta dado su enorme peso y la relativa debilidad de sus cortas patas. Este primate ocupa el mayor rango entre la fauna de los bosques tropicales y habita en el África a orillas del río Gabón.
El chimpancé de
Dahomey es el más grande. Mide alrededor de dos metros de altura y su tronco está muy desarrollado, el cuello es excesiva-mente robusto y corto. La parte facial hace recordar a las primitivas formas humanas, diferenciándose las hembras por no poseer cresta sobre la cabeza. Se integran en pequeños grupos que siempre dirige el macho más viejo, mientras los adultos se van separando del clan para construir su propia familia.
Su selección de razas es inmensa. Los monos aulladores, los monos araña o lanudos. Los grandes monos; los simios, gorilas, chimpancés, bonomos, orangutanes o gibones, etc.
El gorila, cuando está enojado, emite alaridos desafiantes, uniéndose la manada en terrible coro. Parado sobre las dos patas, mostrando sus puntiagudos colmillos y golpeándose el pecho con las manos, con sus furiosos aullidos tratan de ahuyentar al hombre que comúnmente huye despavorido. Pero la verdad es que solamente lo enfrenta en casos extremos o en defensa propia, cuando el hombre lo provoca y lo hiere.
Los machos jóvenes, en época de celo, siempre disputan las hembras al jefe del grupo, quien una vez vencido y maltrecho se retira y en cinco minutos la batalla termina tan repentinamente como empezó.
La hembra puede tener un promedio de tres crías y una sola por gestación, que dura alrededor de ocho meses. Al igual que el elefante, si la madre muere, otra hembra se hace cargo de la crianza, amamantando la cría hasta su total desarrollo. Por su dieta vegetariana, de bajo poder calórico, necesitan comer todo el día.
Salvo cuando tienen cría, no poseen residencia fija, pernoctan donde los sorprende la noche. Los más jóvenes ocupan las partes altas de los árboles, los adultos hacen lecho en los bosques de bambú, en nidos que ellos mismos fabrican con estiércol y ramas, y casi siempre duermen con la espalda apoyada en el tronco de algún árbol. Al amanecer salen en busca de semillas, cocos, y frutas.
Son fáciles de amaestrar pero la falta de libertad les resta años de vida. En el transcurso de treinta años se ven reducidos a la mitad. Es un animal hábil, tranquilo, concentrado en sí mismo. En cautiverio muestra gran cariño por su cuidador, que exterioriza con saltos y contorsiones. Son gran-des imitadores; se cree que su interés por aprender no obedece tanto a un impulso instintivo sino que está acompañado por una especie de raciocinio para congratularse con el hombre. Se han llevado a cabo numerosas experiencias con estos animales donde han puesto de manifiesto su desarrollo psico-intelectivo.
Mi contacto con estos primates fue en Barcelona, a través de mi amiga Macarena, que entusiasta por los simios adquirió un pequeño chimpancé al que llamó Paco. Según decía, entre los simios es nuestro pariente más cercano, el que denota mayor inteligencia y más apegado al hombre. Paco comía sentadito a la punta de la mesa, apresaba los cubiertos y utilizaba la servilleta, y como gran señor bebía agua en su vaso especial, era muy gracioso verlo. Las manos de los simios semejantes a las del hombre, pueden flexionar el pulgar hacia la palma y aferrar los objetos. Los tres dedos de sus pies están unidos por la piel hasta la última falange.
Paco había aprendido la mecánica de los números, contaba las manzanas que estaban sobre la mesa, era juguetón y a veces tiraba con ellas a pegar a los hijos de Macarena, pasando su presencia a ser conceptuada como un hermano más. Los chicos lo adoraban, les divertía y lo cuidaban cuando estimaban que algo no andaba bien. Paco, se pasaba la mayor parte del día asomado al balcón, contemplando el trajinar de la calle y se ponía muy contento y avisaba cuando divisaba a algún conocido que llegaba de visita.
Eduardo, entendido en la materia, siempre aconsejaba llevar a Paquito al zoológico de Barcelona. Decía que a medida que avanzara en edad perdería su temperamento juguetón y apacible, se volvería irascible testa-rudo y difícil de convivir.
Ignoro del destino de este simpático simio, ni que habrá sido de mi amiga Macarena. La vida nos llevó por rumbos distintos…Yo me vine a América, ella se quedó en Barcelona. Con los años, sin darnos verdadera cuenta, vamos reemplazando amistades conforme nos alejamos del medio que nos rodea. ¡El tiempo y la distancia tienen el poder de llevarse parte consigo! No podemos acarrear en permanencia el sinfín de cosas acumula-das. Solamente el recuerdo revive eternamente el pasado donde quiera que nos hallemos.